Los Ángeles
Reverso de Marat at son dernier soupir, la joven pintora Zaida del Río aparece allí como la Carlota Corday omitida. Desaparece el mártir, y en su lugar emerge la encantadora asesina.En cuanto a la necesidad del realismo como vehículo de representación de la actualidad revolucionaria, bastaría señalar que las mismas circunstancias que posibilitaron la aparición del naturalismo davidiano regresan en el momento de la concepción del retrato de Zaida. Nuestra versión sui generis y sólo circunstancialmente fotográfica del realismo socialista alcanza su apogeo en el naturalismo de Todo lo que usted necesita es amor. La “guajira” es representada como Bauersfräulein, y en tal sentido el cuadro de Flavio Garciandía es la apología de un Volkskunde cubano y ejemplo clásico de arte fascista.Parodiando otros oportunismos, el pintor hace un guiño al público y a las autoridades del Ministerio de Cultura: adopta el lenguaje del Entartetekunst, pero da a la policía lo que la policía quiere “ver”. Aunque, llegado el momento en que la oposición hace hipóstasis como avant-garde, en su calidad de excedente de las energías reprimidas del Sistema, el realista (político o artístico) estará mejor equipado (lo mismo que el David tardío del período napoleónico) para dar el salto y situarse a la cabeza de la Restauración, debido, precisamente, a que antes había entendido el papel del Politburó como marchand. Mientras sus contemporáneos se debatían entre lealtades políticas y estilísticas, el “realista” consiguía resolver el dilema discretamente.Por otra parte, un artista que domine los medios de producción –los medios de (re)producción– asumirá también, naturalmente, las tareas de funcionario o apparatchik de la representación global –y no sólo de la fantasmagoría local. El artista deviene “decorador” general: el visionario que apuntala las conmemoraciones oficiales con su genio para la coartada figurativa.Grund und BodenRegresando al cuadro: el mismo ángulo de la cabeza, el mismo distenderse de Marat, pero aplicados a la satisfacción femenina que precede al crimen, a la petite mort. En lugar del dernier soupir, Zaida exhala el resuello que precede al orgasmo: ella es lo Eterno Femenino triunfando sobre la pesadez martirológica de la iconografía revolucionaria.Si impusiéramos una imagen reciente de la pintora a ese icono antiguo, a la manera en que Warhol reiteró a Marilyn en sus serigrafías, aparecería el holograma de la Revolución. Y es que el retrato de Zaida tendida sobre el césped de Cubanacán resume todo lo que aquella tuvo de victorioso: como cuarta Lucía, encarna la liberación sexual; como matrona de los nuevos salones, el triunfo de la educación artística.Hasta podría permitírsele al césped –el Grund und Boden que sirve de fundamento a la imagen– convertirse en el verdadero protagonista: campos de Country Club, otrora hollados por los espectros de la República, que en el lapso de una mala estación vieron agostarse su verdor; testigos de la apoteosis y la ruina de las circulares de Porro y Garatti, y de la llegada y la partida de los niños artistas de la Revolución.El de Todo lo que usted necesita es amor es un pasto formado en los rigores de la jardinería filistea, Naturaleza sometida por la razón y obligada a servir de paño en el almuerzo campestre, o de tablero en el juego de pelota. Sobre ese césped aparece reclinada la lujuria satisfecha de la Gran Ramera: la huella que deje su cuerpo en la hierba será el agroglifo de Ana Mendieta. No es extraño, entonces, que Ana regresara a una época bárbara para encontrar la marca de nuestros tiempos.Como las manos delineadas en las paredes de las cavernas, nuestro arte fascista dejó su huella sobre la hierba. Un estuve allí ominoso. Conmovedor recordatorio del paso de los bárbaros por el Country.La VirgenCon los años, el cuadro ha llegado a representar toda la pintura cubana –la hetaira pintarrajeada que va a venderse al mercado artístico. Para insinuarse al dealer, debe lucir exótica. Como mismo adquirió acento caribeño, ha debido fingir, eventualmente, el acento Zeitgeist, minimalista, posmoderno, hiperrealista y transnacional. Ha sido todo para todos. En los 80 vestía harapos de Sottsass; hoy, estampados retro. Flavio Garciandía representa este “pimping” o chulería estilística, que atañe igualmente al coleccionista y al pusher como arquetipos de un proxenetismo ilustrado.Todo lo que usted necesita es amor es entonces la imagen de la pintura cubana en estado de inocencia, antes de convertirse en concupiscente puta pintada; y también, sin proponérselo, la efigie de la Revolución antes de la decadencia –la de los bellos ideales–, previa a la revelación pública de sus campos y de sus cámaras.El arte –fetiche por excelencia– es sólo el vehículo, el caballo para vender otra mercancía; y nuestro pintor descubrió temprano cuál era ese commodity: la infinita intercambiabilidad de contextos y de formas. Lo que se vende hoy como arte cubano es una nebulosa disponibilidad y disposición; una atopia; un “no pertenecer” o “estar-en-ninguna-parte”, que es la esencia del arte moderno. Flavio, el nuevo artista, representa el vacío de valor, la ausencia de significado, y un eigenvalue que incluso puede estar en más de un lugar al mismo tiempo.Por último, podría objetarse que el cuadro no se parece a la pintura fascista. Basta darle tiempo y se parecerá. Cuando el sistema actual se aleje de nosotros a velocidad constante, las palabras se rebajarán (como se encojen las reglas y se atrasan los relojes), y del hiperrealismo socialista sólo quedará el viejo, sucio y mañoso realismo.
Imagen: Flavio Garciandía: Todo lo que usted necesita es amor 1975, óleo s/ tela, 150 x 250 cm
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